Lamentación de David a causa de Cus, el benjaminita Señor, Dios mío, a ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame. Que no me atrapen como leones y me desgarren sin remedio. Señor, Dios mío: si soy culpable, si hay crímenes en mis manos, si he devuelto el mal a mi amigo, si he protegido al opresor injusto, que el enemigo me persiga y alcance, que me pisotee vivo por tierra, aplastando mi honor contra el polvo. Levántate, Señor, con tu ira, álzate contra el furor de mis adversarios; acude, Dios mío, a defenderme en el juicio que has convocado. El Señor es juez de los pueblos. Júzgame, Señor, según tu justicia, según la inocencia que hay en mí. Cese la maldad de los culpables, apoya tú al inocente, tú que sondeas el corazón y las entrañas, tú, el Dios justo. Yo daré gracias al Señor por su justicia, tañendo para el nombre del Señor altísimo. De nuevo encontramos en estos versos al rey David, perseguido por alguien que desea su ruina. Me pregu