Al Director. Sobre «Los lirios». De David. Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello: me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente. Estoy agotado de gritar, tengo ronca la garganta; se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi Dios. Más que los pelos de mi cabeza son los que me odian sin razón; numerosos los que me atacan injustamente. ¿Es que voy a devolver lo que no he robado? Dios mío, tú conoces mi ignorancia, no se te ocultan mis delitos. Que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti, Señor, Señor del universo. Que por mi causa no se avergüencen los que te buscan, Dios de Israel. Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño entre mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. Mi oración sube hasta ti, Señor , en el momento favorab