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Mostrando entradas de mayo 2, 2024

Salmo 49 (48)

Salmo de los hijos de Coré Oíd esto, todas las naciones; escuchadlo,  habitantes del orbe:   plebeyos y nobles, ricos y pobres.  M i boca hablará sabiamente, mi corazón meditará  con prudencia;   prestaré oído al proverbio  y propondré mi problema al son de la cítara.   ¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados,   que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas,   si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?   Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará   para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa.   Mirad: los sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños.    El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en edad, aunque hayan dado nombre a países.   E l hombre no perdura en la opulencia, es semejante a las bestias, que perecen.   Este es el camino de los confiados,  el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es s