El Señor es compasivo y misericordioso. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. . . . El primer gran tema que salta a la vista en este salmo es el perdón. ¡Qué difícil nos resulta perdonar, y cuán olvidado lo tenemos! Incluso hay personas que se precian de perdonar a quienes les han causado un mal, “pero jamás olvidar”, como si mantener esa revancha viva en el corazón fuera motivo de orgullo o de reafirmación. El salmo, en primer lugar, nos habla del perdón de Dios