Al Director. Con instrumentos de cuerda. De David. Escucha, oh Dios, mi clamor, atiende a mi súplica. Te invoco desde el confín de la tierra con el corazón abatido: llévame a una roca inaccesible. Porque tú eres mi refugio y mi bastión contra el enemigo. Habitaré siempre en tu morada, refugiado al amparo de tus alas. Porque tú, oh Dios, escucharás mis votos y me darás la heredad de los que temen tu nombre. Añade días a los días del rey, que sus años alcancen varias generaciones; reine siempre en presencia de Dios: tu gracia y tu lealtad le hagan guardia. Yo cantaré salmos a tu nombre, e iré cumpliendo mis votos día tras día. . . . Aquí nos encontramos con otro salmo real, que pide protección para el rey, ayuda frente a sus enemigos y largos años de vida. Esta era la triple bendición para todo monarca: protección de Dios ante el enemigo, vida larga y fructífera, descendencia y poder ver a hijos y nietos. Las palabras que David dirige a Dios son hermosas: m