El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. Más potente que la voz de muchas aguas, más potente que el mar en su oleaje, más potente es el Señor en las alturas. Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término. . . . E n este salmo se nos presenta a Dios como señor poderoso, rey de toda la creación, revestido de poder. El lenguaje y el tono son épicos, así como las imágenes potentes —las aguas que rugen, las alturas del cielo ― . La fuerza de Dios es sobrecogedora. ¿Qué mensaje leemos aquí? Que Dios late detrás de todo el universo . Que todo cuanto existe es obra suya. Si la obra es maravillosa y admirable ¡cuánto más lo será el artista que la creó! Estos versos traducen una experiencia religiosa de asombro y veneración, muy alejada del animismo o del panteísmo, que ven divinidad en todas las cosas. La fe hebr