Poema de Asaf ¿Por qué, oh Dios, nos rechazas para siempre y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño? Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo, de la tribu que rescataste para posesión tuya, del monte Sión donde pusiste tu morada. Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio; el enemigo ha arrasado del todo el santuario. Rugían los agresores en medio de tu asamblea, levantaron sus propios estandartes. Como quien se abre paso entre la espesa arboleda, todos juntos derribaron sus puertas, las abatieron con hachas y mazas. Prendieron fuego a tu santuario, derribaron y profanaron la morada de tu nombre. Pensaban: «Acabaremos con ellos», e incendiaron los templos de Dios en el país. Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta: nadie entre nosotros sabe hasta cuándo. ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos va a afrentar el enemigo? ¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario? ¿Por qué retraes tu mano izquierda | y tienes tu derecha esc