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Mostrando entradas de mayo 8, 2024

Salmo 55 (54)

Poema de David.   Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi súplica;   hazme caso y respóndeme. Me agitan mis ansiedades,   me turba la voz del enemigo, los gritos del malvado. Descargan sobre mí calamidades y me atacan con furia.   Se agita mi corazón, me sobrecoge un pavor mortal,   me asalta el temor y el terror, me cubre el espanto.   Y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme!   Emigraría lejos, habitaría en el desierto, esperaría en el que puede salvarme del huracán y la tormenta».   ¡Destrúyelos, Señor, confunde sus lenguas!  Pues veo en la ciudad violencia y discordia:   día y noche hacen la ronda sobre sus murallas; en su recinto, crimen e injusticia;   dentro de ella, calamidades; no se apartan de su plaza la crueldad y el engaño.   Si mi enemigo me injuriase,  lo aguantaría; si mi adversario se alzase contra mí, me escondería de él;   pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente,   a quien me unía una dulce intimidad: juntos íbamos entre el