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Mostrando entradas de abril 19, 2024

Salmo 36 (35)

Del siervo del Señor, David El malvado escucha en su interior un oráculo de pecado: no tiene temor de Dios, ni siquiera en su presencia. Porque se hace la ilusión de que su culpa no será descubierta ni aborrecida. Las palabras de su boca son maldad y traición, renuncia a ser sensato y a obrar bien; acostado medita el crimen, se obstina en el mal camino, no rechaza la maldad. Señor, tu misericordia llega al cielo,  tu fidelidad hasta las nubes; tu justicia es como las altas cordilleras, tus juicios con como el océanos inmenso. Tú socorres a hombres y animales, ¡qué preciosa es tu misericordia, oh Dios! Los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa; les das a beber del torrente de tus delicias , porque en ti está la fuente viva y tu luz nos hace ver la luz. Prolonga tu misericordia con los que te reconocen, tu justicia con los rectos de corazón. Han fracasado los malhechores; derribados, no se pueden levantar. . . . Vivimos en un mundo do