Aleluya. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento; 2 alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. 3 Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras; 4 alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas; 5 alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. 6 Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya! . . . ¡Salmo final! Con redobles, arpas, cítaras y un aleluya que llega hasta las puertas del cielo. Se dice que la última palabra es la definitiva, la conclusiva, la más importante. Las últimas palabras de un hombre antes de morir, la última palabra de un discurso, de una canción, de un poema. El broche de oro. Las últimas palabras del salmo son de alabanza. Hay santos que dicen que la única oración que, en realidad, deberíamos pronunciar, es la alabanza. Hay teólogos que afirman que toda forma de oración, en el fondo, es una alabanza. La liturgia pascual de las iglesias orto