E stás conmigo, Señor, en la tribulación. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.» . . . El Señor te protege. El Señor envía sus ángeles para que te guarden. Con estas palabras del salmo el diablo se acerca a Jesús para tentarlo a arrojarse desde lo alto del templo. ¡Cuántas veces se utilizan las sagradas escrituras, fuera de contexto y manipuladas, para conseguir lo contrario de lo que pretendían! Este salmo es un himno de confianza e