El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. Delante de él avanza el fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe, y, viéndolos, la tierra se estremece. Los montes se derriten como cera ante el Señor, ante el Señor de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Los que adoran estatuas se sonrojan, los que ponen su orgullo en los ídolos. Adoradlo todos sus ángeles. Lo oye Sión, y se alegra; se regocijan las ciudades de Judá por tus sentencias, Señor; porque tú eres, Señor, Altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses. Odiad el mal los que amáis al Señor: él protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. . . . Este salmo es un cántico de ensal