Al Director. A Yedutún. Salmo de Asaf. Alzo mi voz a Dios gritando, alzo mi voz a Dios para que me oiga. En mi angustia busco a Dios; de noche extiendo las manos sin descanso, y mi alma rehúsa el consuelo. Cuando me acuerdo de Dios, gimo, y meditando me siento desfallecer. (Pausa) Sujetas los párpados de mis ojos, y la agitación no me deja hablar. Repaso los días antiguos, recuerdo los años remotos; de noche lo pienso en mis adentros, y meditándolo me pregunto: «¿Es que el Señor nos rechaza para siempre | y ya no volverá a favorecernos? ¿Se ha agotado ya su misericordia, se ha terminado para siempre su promesa? ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?». (Pausa) Y me digo: «¡Qué pena la mía! ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!». Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus hazañas. Dios mío, tus caminos son santos: ¿Qué dios es grande como nuestro