De David Sé la roca de mi refugio, Señor. A ti, Señor, me acojo; no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí; ven aprisa a librarme. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor. Es hermoso pronunciar las palabras de este salmo en momentos de duda, inquietud y temor . Es reconfortante saber que Dios nos sostiene siempre, como roca firme. Él nos ampara, nos protege y nos cuida. Nos infunde el valor que, muchas veces, nos falta. Una de las críticas más frecuentes a la fe y a los creyentes es ese viejo argumento de que la religión no es más que una muleta, un soporte psicológico, un analgésico emocional para personas con psique débil o impresionable. El concepto de religión «aspirina» o muleta espiritual está muy