1 Canción de las subidas. Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre. 2 Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre. 3 No descansará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. 4 Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; 5 y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! . . . Continuamos peregrinando hacia Jerusalén con una nueva canción de las subidas. Pongámonos en la piel de estos peregrinos judíos hacia su hermosa Ciudad Santa, la meta de sus esfuerzo, el lugar del gozo porque allí se encuentran con su Dios. Los que confían en el Señor son como el monte Sion. La persona que confía en Dios es una roca firme. Esta imagen contrasta con la consciencia que tenemos de nuestra fragilidad. ¿Somos fuertes o débiles? ¿Aparentamos más firm