Ir al contenido principal

Salmo 125 (124)

 1Canción de las subidas.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre. 

2Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre. 

3No descansará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. 

4Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; 5y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

. . .

Continuamos peregrinando hacia Jerusalén con una nueva canción de las subidas. Pongámonos en la piel de estos peregrinos judíos hacia su hermosa Ciudad Santa, la meta de sus esfuerzo, el lugar del gozo porque allí se encuentran con su Dios.

Los que confían en el Señor son como el monte Sion. La persona que confía en Dios es una roca firme. Esta imagen contrasta con la consciencia que tenemos de nuestra fragilidad. ¿Somos fuertes o débiles? ¿Aparentamos más firmeza de la que en realidad tenemos?  A menudo personas que parecen fuertes, incluso agresivas y dominantes, tienen el corazón muy pequeño y temeroso; disfrazan su debilidad con una fachada belicosa. Y al revés, personas que apenas llaman la atención, sencillas y humildes, incluso mansas de carácter, a la hora de la prueba demuestran una fortaleza de ánimo y una resistencia admirables.

¿Dónde está nuestra fortaleza? Es fuerte quien confía en Dios. Si confiamos en cosas frágiles somos como aquella casa construida sobre arena de la parábola de Jesús. ¿En qué o en quién confiamos?

Descansar en Dios otorga una fuerza que va más allá de todas nuestras capacidades; es más, Dios nos permite descubrir que podemos más de lo que creemos. Con él, lo podemos todo. Todo lo bueno, entiéndase.

El salmo continúa con versos que reflejan esta mentalidad tan humana: la justicia retributiva. Premio a los buenos, castigo a los malos. Todos lo aprendimos de niños, en el catecismo y en familia, quizás también en la escuela y en nuestro ambiente social. Hoy las cosas han cambiado. Quizás esta justifica retributiva nos parece injusta, anticuada y dura. Pero ¿no es peor irse al otro extremo y premiar a los malos castigando a los buenos?

Jesús nos enseñó a superar el afán de castigo y de venganza perdonando incluso al enemigo. También nos enseñó que Dios no rechaza a los pecadores; él fue a buscarlos. Pero ¿rechazarán los hombres a Dios?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Salmo 1

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza  en el Señor. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,  ni entra por la senda de los pecadores,  ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia:  da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;  y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos,  pero el camino de los impíos acaba mal. El primero de todos los salmos expresa un deseo íntimo del ser humano: el anhelo de felicidad.  El profeta Jeremías (Jr 17, 5-8) nos habla de dos tipos de persona: la que sólo confía en sí misma, en su fuerza y en su riqueza, y la que confía en Dios. El que deposita su fe en las cosas materiales o en sí mismo es como cardo en el desierto; el que confía en Dios es árbol bien arraig...

Salmo 150

  Aleluya. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento;  2 alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.  3 Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras;  4 alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas;  5 alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. 6 Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya! . . . ¡Salmo final! Con redobles, arpas, cítaras y un aleluya que llega hasta las puertas del cielo. Se dice que la última palabra es la definitiva, la conclusiva, la más importante. Las últimas palabras de un hombre antes de morir, la última palabra de un discurso, de una canción, de un poema. El broche de oro. Las últimas palabras del salmo son de alabanza. Hay santos que dicen que la única oración que, en realidad, deberíamos pronunciar, es la alabanza. Hay teólogos que afirman que toda forma de oración, en el fondo, es una alabanza. La liturgia pasc...

Salmo 5

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. ¡A ti te suplico, Señor! Por la mañana escuchas mi voz,  por la mañana expongo mi causa y quedo a la espera. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni es tu huésped el malvado;  no resiste el arrogante tu presencia. Detestas a los malhechores, acabas con los mentirosos; al hombre sanguinario y al traicionero los aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran bondad, me atrevo a entrar en tu Casa,  a postrarme en tu santo Templo, lleno de respeto hacia ti. Guíame, Señor, con tu justicia, responde a mis adversarios,  allana el camino a mi paso. Castígalos, oh Dios, haz que fracasen sus planes; Expúlsalos por sus muchos crímenes, porque se han rebelado contra ti. Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; Protégelos, que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Tú bendices al inocente, Señor, y como un escudo lo rodea tu favor....