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Mostrando entradas de agosto 3, 2024

Salmo 117 (116)

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. . . . Este es el más corto de los salmos. ¡Son dos versos breves, pero dicen tanto! Nos hablan de una fe que ya no se limita al pueblo hebreo. La buena noticia ha de brillar sobre todo el mundo, ha de extenderse a todas las naciones. Dios no es solo el Dios de Israel, sino el Dios de todo ser humano . Cualquier hombre o mujer de buena voluntad, con el corazón abierto, puede ser su amigo y recibir su bendición. Cuando Israel llega a esta convicción, su fe ya no puede quedarse encerrada en la comunidad judía: ha de salir, expandirse, comunicarse. Toda buena noticia pide ser proclamada, y no tiene fronteras. Así, los versos del salmo enlazan con las últimas palabras de Cristo a sus discípulos: Id al mundo entero y proclamad el evangelio (Marcos 16, 15). ¿Qué es el evangelio? ¿Cuál es esta buena noticia que debe ser llevada hasta los confines