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Salmo 63 (62)

Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá. Mi alma está sedienta de ti, Señor Dios mío. Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo. Mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene.  Pero los que intentan quitarme la vida vayan a lo profundo de la tierra; sean pasados a filo de espada, sirvan de pasto a los chacales. Mas el rey se alegrará en Dios, el que jura por él se felicitará cuando tapen la boca a los mentirosos. . . .  Sólo quien ama intensamente y se sabe amado puede pronunciar con sinceridad las palabras de
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Salmo 62 (61)

Al director. A Yedutún. Salmo de David. Sólo en Dios descansa mi alma,  porque de él viene mi salvación;  sólo él es mi roca y mi salvación; mi alcázar, no vacilaré. ¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre, todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o una tapia ruinosa? Sólo piensan en derribarlo de su altura y se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen. Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme,  Dios es mi refugio. Pueblo suyo, confiad en él,  desahogad ante él vuestro corazón: Dios es nuestro refugio. Pausa .  Los hijos de Adán no son más que un soplo,  todos los hombres una apariencia:  todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo. No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo: y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón.  Dios ha dicho una cosa y h

Salmo 61 (60)

Al Director. Con instrumentos de cuerda. De David.   Escucha, oh Dios, mi clamor, atiende a mi súplica. Te invoco desde el confín de la tierra con el corazón abatido: llévame a una roca inaccesible.   Porque tú eres mi refugio y mi bastión contra el enemigo.   Habitaré siempre en tu morada, refugiado al amparo de tus alas.   Porque tú, oh Dios, escucharás mis votos y me darás la heredad de los que temen tu nombre.   Añade días a los días del rey, que sus años alcancen varias generaciones;   reine siempre en presencia de Dios: tu gracia y tu lealtad le hagan guardia.   Yo cantaré salmos a tu nombre, e iré cumpliendo mis votos día tras día. . . . Aquí nos encontramos con otro salmo real, que pide protección para el rey, ayuda frente a sus enemigos y largos años de vida. Esta era la triple bendición para todo monarca: protección de Dios ante el enemigo, vida larga y fructífera, descendencia y poder ver a hijos y nietos. Las palabras que David dirige a Dios son hermosas: m

Salmo 60 (59)

  Al Director. «Los lirios del testimonio». Epigrama de David. Para enseñar. Cuando combatió con Aram Nejaráin y con Aram Soba. Cuando volvió Joab y derrotó a doce mil de Edom en el valle de la Sal.   Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas; estabas airado, pero restáuranos.   Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona.   Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo.   Diste la señal de desbandada a los que te temen, haciéndolos huir de los arcos. (Pausa)   Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda.   Dios habló en su santuario: «Triunfante ocuparé Siquem, parcelaré el valle de Sucot;   mío es Galaad, mío Manasés,   Efraím es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro;   Moab, una jofaina para lavarme; sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria».   Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá a Edom,   si tú, oh Dios, nos has rechazado y no sales ya con

Salmo 59 (58)

  Al Director. «No destruyas». Epigrama de David .  Cuando Saúl mandó vigilar su casa para matarlo .   Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores,   líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios.   Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor,   sin culpa mía, avanzan para acometerme. Despierta, ven a mi encuentro, mira:   tú, el Señor del universo, el Dios de Israel. Despierta para castigar a los gentiles, no te apiades de los traidores inicuos. (Pausa)   Vuelven al atardecer ladrando como perros,  merodean por la ciudad.   Mira: de su boca fluye baba, de sus labios, espadas: «¿Quién nos oirá?».   Pero tú, Señor, te ríes de ellos, te burlas de los gentiles.   Por ti velo, fortaleza mía, que mi alcázar es Dios.  Que tu favor se me adelante, Dios mío,  y me haga ver la derrota de mi enemigo.   ¡No los mates, que mi pueblo no lo olvide; dispérsalos con tu poder, humíllalos, Señor, escudo nu

Salmo 58 (57)

Al Director. «No destruyas». Epigrama de David.   ¿De verdad, poderosos, emitís sentencias justas?  ¿juzgáis equitativamente a los humanos?  ¡No!, que cometéis crímenes a conciencia imponiendo en la tierra la violencia de vuestras manos. Se pervirtieron los malvados desde el vientre materno,  los mentirosos se extraviaron desde el seno.   Tienen veneno como veneno de serpiente,  de víbora sorda que se tapa el oído,  para no oír la voz del encantador,  del experto hacedor de hechizos.   O h Dios, rómpeles los dientes en la boca;  quiebra, Señor, los colmillos a los leones.   Que se evaporen como agua que fluye,  que se marchiten como hierba que se pisa.  Sean como limaco que se deslíe al deslizarse;  como aborto de mujer, que no llega a ver el sol.   Antes de que echen espinas, como la zarza verde o quemada, arrebátelos el vendaval.   Goce el justo viendo la venganza,  bañe sus pies en la sangre del malvado;   y la gente dirá:  «¡El justo cosecha su fruto; sí, hay un Dios que ju

Salmo 57 (56)

«No destruyas». Epigrama de David. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva. Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas  mientras pasa la calamidad.   Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mí.  Desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme; enviará Dios su gracia y su lealtad. Estoy echado entre leones devoradores de hombres;  sus dientes son lanzas y flechas,  su lengua es una espada afilada.   Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria.   Han tendido una red a mis pasos, para que sucumbiera; me han cavado delante una fosa,  pero han caído en ella. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar:   despierta, gloria mía;  despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.   Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones:   por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza