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Mostrando entradas de mayo 10, 2024

Salmo 57 (56)

«No destruyas». Epigrama de David. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva. Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas  mientras pasa la calamidad.   Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mí.  Desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme; enviará Dios su gracia y su lealtad. Estoy echado entre leones devoradores de hombres;  sus dientes son lanzas y flechas,  su lengua es una espada afilada.   Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria.   Han tendido una red a mis pasos, para que sucumbiera; me han cavado delante una fosa,  pero han caído en ella. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar:   despierta, gloria mía;  despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.   Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones:   por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza