Los biblistas que han estudiado los salmos han intentado clasificarlos de muchas maneras. Por autores, por forma y estilo, por temática. Los judíos ordenan los salmos en cinco grupos de treinta salmos cada uno. Asocian cada grupo con uno de los cinco libros de la Torá. A los lectores de hoy, sin pretensiones académicas, quizás lo que más nos interese sea conocerlos por su temática y por los problemas o situaciones humanas que abordan. Encontramos tres grandes grupos de salmos: Súplicas. Acción de gracias. Himnos de alabanza. Pero toda clasificación corre el riesgo de ser inexacta: muchos salmos incluyen los tres aspectos, petición de auxilio, gratitud y alabanza a Dios. Salmos de auxilio Muchos salmos son peticiones de ayuda en un aprieto o situación angustiosa. El cantor se siente solo, abandonado, acosado por sus enemigos, despreciado, derrotado o enfermo. El suelo se hunde bajo sus pies y clama socorro a Dios. En estos salmos se invoca a Yahvé y se intenta atraer su compasión. Es