Canción de las subidas. A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores. Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos. . . . Hay una canción tradicional de nuestra liturgia que canta los versos de este salmo, tomando como estribillo el primero: «A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. A ti levanto mis ojos porque espero tu misericordia». Es una canción de súplica, que brota de labios del hombre cansado, abatido, esclavizado . El salmo repite la palabra esclavo , y en él se da un movimiento ascendente. Desde la profundidad del abismo, cuando el hombre ha tocado fondo y ya no puede descender más, entonces es cuando lo único que le q