De David.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas.
Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre.
Este
salmo recoge con imágenes poéticas los avatares de la vida humana. Hay momentos
de llanto, días de júbilo; dolor, gozo, muerte y vida se suceden. Y en medio de
las turbulencias, siempre podemos encontrar a Dios.
Todos,
en algún momento de nuestra vida, nos hemos sentido angustiados y oprimidos por
las dificultades y por enemigos, ya fueran personas o situaciones que nos
aprietan. ¡Cuántas nos parece estar metidos en un foso oscuro, un túnel sin
salida!
Sin
embargo, hay una mano salvadora que nos ayuda a salir adelante y nos hace
revivir. Toda muerte precede a una resurrección. «Cambiaste mi luto en danzas»,
dice el salmo, en una frase que contrasta vivamente el duelo con la alegría más
exultante. ¿Podemos superar las desgracias solos? No. Necesitamos ayuda. Y no
hay soporte ni auxilio más poderoso que el de Dios.
Nuestra vida está tejida de claroscuros. «Al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo». Conoceremos toda clase de experiencias. Creer en Dios no nos librará de los problemas. Quizás todavía nos ocasione más, porque la fe pide compromiso y la coherencia a menudo exige nadar a contracorriente. Pero la alegría que trae confiar en Dios supera con creces esos momentos de oscuridad.
El salmo resalta que Dios es Señor de vida, y no de muerte. Morir es quizás el mayor reto al que nos enfrentamos. Las pequeñas muertes y desprendimientos que se van dando a lo largo de nuestra vida son puertas hacia una conversión, una renovación interior. La muerte definitiva, el fin de nuestra vida terrena, también será el umbral de otra vida, renacida y plena. Esta es nuestra esperanza.
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