Ir al contenido principal

Salmo 28

De David

A ti, Señor, te invoco; Roca mía, no seas sordo a mi voz; que, si no me escuchas, seré igual que los que bajan a la fosa. Escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu santuario. 

No me arrebates con los malvados ni con los malhechores, que hablan de paz con el prójimo, pero llevan la maldad en el corazón. 

Págales según sus obras, según la maldad de sus actos; págales según la obra de sus manos, devuélveles su merecido. Ya que no entienden las proezas del Señor, ni la obra de sus manos, ¡que él los derribe y no los reconstruya! 

Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante; el Señor es mi fuerza y mi escudo: en él confía mi corazón; él me socorrió, y mi corazón se alegra y le canta agradecido. 

El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, sé su pastor y llévalos siempre.

 

Otro salmo de confianza de David, que nos gusta por el amparo de Dios, a quien llama Roca mía, y nos desconcierta por los deseos de venganza del rey contra sus enemigos: ¡devuélveles su merecido!

Recordemos que los salmos, siendo palabra inspirada por Dios, son voces humanas. Y todos, cuando nos vemos acosados por personas que quieren nuestro mal, queremos justicia e incluso revancha. Pero fijémonos en un aspecto: David no va a vengarse de sus adversarios, pide a Dios que sea él quien haga justicia y les devuelva el mal que hacen. Confía en la justicia divina. Y esto es un cambio respecto a lo que solemos ver. En la realidad, pocas veces encontramos a personas que confíen la venganza o la justicia en manos de Dios. Más bien queremos tomarnos la justicia por nuestra cuenta, recurriendo a jueces y abogados si hace falta.

Si algo debemos aprender de la voz de David, que resuena en estos salmos, es su inmensa, inagotable confianza en Dios. David no fue un hombre perfecto, como nadie de nosotros lo es. Cometió errores y se manchó las manos de sangre. Pero tuvo la apertura de corazón suficiente como para descansar en Dios. De él recibió amor, fortaleza, ánimos, inspiración... y también el perdón que necesitaba.

Dios ve las cosas de forma diferente, y Jesús nos mostró el rostro de un Padre bondadoso y nada vengativo, mucho más padre que juez. Pero, como David, podemos llamarle Roca, escudo y defensa, porque lo es: fuerza, apoyo, salvación y guía en nuestro camino.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Salmo 1

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza  en el Señor. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,  ni entra por la senda de los pecadores,  ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia:  da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;  y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos,  pero el camino de los impíos acaba mal. El primero de todos los salmos expresa un deseo íntimo del ser humano: el anhelo de felicidad.  El profeta Jeremías (Jr 17, 5-8) nos habla de dos tipos de persona: la que sólo confía en sí misma, en su fuerza y en su riqueza, y la que confía en Dios. El que deposita su fe en las cosas materiales o en sí mismo es como cardo en el desierto; el que confía en Dios es árbol bien arraigado que crece junto al agua. Son c

Salmo 4

Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor. Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.   Este salmo es una preciosa oración para abrir el espíritu y dejar que la paz, la paz de Dios , la única que es auténtica, nos vaya invadiendo, poco a poco, y calme nuestras tormentas interiores. El salmo habla de sentimientos y situaciones muy humanas: ese aprieto que atenaza nuestro corazón cuando estamos en dificultades o sufrimos carencias; esa falta de luz cuando parece que Dios está ausente y el mundo se nos cae encima. Los problemas nos abruman y podemos tener la sensación, muy a menudo, de que vivimos abandonados y aplastados bajo un peso enorme. Dios da anchura, Dios alivia, Dios arroja lu

Salmo 5

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. ¡A ti te suplico, Señor! Por la mañana escuchas mi voz,  por la mañana expongo mi causa y quedo a la espera. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni es tu huésped el malvado;  no resiste el arrogante tu presencia. Detestas a los malhechores, acabas con los mentirosos; al hombre sanguinario y al traicionero los aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran bondad, me atrevo a entrar en tu Casa,  a postrarme en tu santo Templo, lleno de respeto hacia ti. Guíame, Señor, con tu justicia, responde a mis adversarios,  allana el camino a mi paso. Castígalos, oh Dios, haz que fracasen sus planes; Expúlsalos por sus muchos crímenes, porque se han rebelado contra ti. Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; Protégelos, que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Tú bendices al inocente, Señor, y como un escudo lo rodea tu favor.   Este salmo e