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Mostrando entradas de abril 25, 2024

Salmo 42 (41)

Poema de los hijos de Coré Como busca la cierva corrientes de agua,  así mi alma te busca a ti, Dios mío;   mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:  ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?   Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: «¿Dónde está tu Dios?».   Recuerdo otros tiempos, y desahogo mi alma conmigo: cómo entraba en el recinto santo, cómo avanzaba hacia la casa de Dios entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.   ¿Por qué te acongojas, alma mía,  por qué gimes dentro de mí? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío».   De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza, la oración al Dios de mi vida.  Diré a Dios: «Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando, sombrío, hostigado por mi enemigo?».   Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?».   ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué gimes dentro de mí?