Al Director. «No destruyas». Epigrama de David. ¿De verdad, poderosos, emitís sentencias justas? ¿juzgáis equitativamente a los humanos? ¡No!, que cometéis crímenes a conciencia imponiendo en la tierra la violencia de vuestras manos. Se pervirtieron los malvados desde el vientre materno, los mentirosos se extraviaron desde el seno. Tienen veneno como veneno de serpiente, de víbora sorda que se tapa el oído, para no oír la voz del encantador, del experto hacedor de hechizos. O h Dios, rómpeles los dientes en la boca; quiebra, Señor, los colmillos a los leones. Que se evaporen como agua que fluye, que se marchiten como hierba que se pisa. Sean como limaco que se deslíe al deslizarse; como aborto de mujer, que no llega a ver el sol. Antes de que echen espinas, como la zarza verde o quemada, arrebátelos el vendaval. Goce el justo viendo la venganza, bañe sus pies en la sangre del malvado; y la gente dirá: «¡El justo cosecha su fruto; sí, hay un Dios que ju