Canción de las subidas. ¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud —que lo diga Israel—, 2 cuánta guerra me han hecho desde mi juventud, pero no pudieron conmigo! 3 En mis espaldas metieron el arado y alargaron los surcos. 4 Pero el Señor, que es justo, rompió las coyundas de los malvados. 5 Retrocedan avergonzados los que odian a Sión; 6 sean como la hierba del tejado, que se seca y nadie la siega; 7 que no llena la mano del segador ni la brazada del que agavilla; 8 ni le dicen los que pasan: «Que el Señor te bendiga. Os bendecimos en el nombre del Señor». . . . ¡Cuánta guerra me han hecho desde joven! Exclamación que responde bien a la vida del rey David, el gran compositor de salmos. Siempre bregando contra numerosos enemigos, pero siempre vencedor. David es agradecido; nunca se atribuye el mérito a sí mismo , sino que lo da a Dios. Por eso, en los peores momentos de su vida, no se hundió ni se dejó abatir por el desánimo. ¿Por qué algunas personas, sufriend