Para el maestro de coro. Poema de David . Dice el necio para sí: «No hay Dios». Se han corrompido cometiendo execraciones, no hay quien obre bien. Dios observa desde el cielo a los hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados; no hay uno que obre bien, ni uno solo. Pero ¿no aprenderán los malhechores que devoran a mi pueblo como pan y no invocan a Dios? Pues temblarán de espanto allí donde no había razón para temer, porque Dios esparce los huesos del agresor, y serán derrotados, porque Dios los rechaza. ¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel! Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel. . . . No hay Dios. Esta afirmación palpita desde hace siglos en el mundo moderno. Parece que el hombre, aupado en su saber y en el progreso material, ya no necesita apoyo alguno. La religión es una ficción innecesaria. El ser humano ha substituido a Dios. Tú eres dios , a