Al Director. «No destruyas». Epigrama de David . Cuando Saúl mandó vigilar su casa para matarlo . Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. Despierta, ven a mi encuentro, mira: tú, el Señor del universo, el Dios de Israel. Despierta para castigar a los gentiles, no te apiades de los traidores inicuos. (Pausa) Vuelven al atardecer ladrando como perros, merodean por la ciudad. Mira: de su boca fluye baba, de sus labios, espadas: «¿Quién nos oirá?». Pero tú, Señor, te ríes de ellos, te burlas de los gentiles. Por ti velo, fortaleza mía, que mi alcázar es Dios. Que tu favor se me adelante, Dios mío, y me haga ver la derrota de mi enemigo. ¡No los mates, que mi pueblo no lo olvide; dispérsalos con tu poder, humíllalos, Señor, escudo nu