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Mostrando entradas de agosto 25, 2024

Salmo 138 (137)

1 De David. Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste las palabras de mi boca; delante de los ángeles tañeré para ti;  2 me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera tu fama.  3 Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.  4 Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca;  5 canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.  6 El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio.  7 Cuando camino entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu mano contra la ira de mi enemigo,   y tu derecha me salva.  8 El Señor completará sus favores conmigo. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.  . . . Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor de mi alma. Podríamos recitar este verso, como una jaculatoria o un mantra, al decir de hoy, durante todo el día. La p