Al Señor me acojo, ¿por qué me decís: «Escapa como un pájaro al monte»? ¿Porque los malvados tensan el arco, ajustan las saetas a la cuerda, para disparar en la sombra contra los buenos? Cuando fallan los cimientos, ¿qué podrá hacer el justo? Pero el Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre, les tocará en suerte un viento huracanado. Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro. El pensamiento cristiano ha calado tanto en nosotros que, cuando leemos algunos salmos, nos chirrían los versos. ¿Puede Dios odiar al violento? ¿Hará llover fuego del cielo sobre los malvados, como pretendían los hermanos Zebedeos? ¿ Nos está vigilando , como un severo guardián, para ver a quién debe castigar? La imagen del Padre que