Salmo de David Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos, que desaparece la lealtad entre los hombres: no hacen más que mentir a su prójimo, hablan con labios embusteros y con doblez de corazón. Extirpe el Señor los labios embusteros y la lengua fanfarrona de los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?». E l Señor responde: «Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre, yo me levantaré y pondré a salvo al despreciado». Las palabras del Señor son palabras auténticas, como plata limpia de ganga, refinada siete veces. Tú nos guardarás, Señor, nos librarás para siempre de esa gente. Los malvados merodean mientras crece la corrupción entre los hombres. Al rey David le tocó lidiar con tiempos difíciles y gentes peligrosas, como se desprende de estos versos. Pero las tribulaciones de David son las de todos nosotros . ¿Cuántas veces hemos sentido que el mundo está lleno de mentira e hipocresía