De los salmos podemos destacar cinco aspectos:
1. Fueron compuestos para ser cantados, muchos de ellos incluyen indicaciones al director de coro, como el instrumento con el que se han de tocar, o el ritmo o tonalidad que deben seguir.
2. Formaban parte de la liturgia del templo de Jerusalén. El canto era importantísimo, había sacerdotes dedicados exclusivamente a la música y al coro, como leemos en el libro segundo de los Reyes y en Crónicas.
3. Se atribuyen al rey David, pero en realidad fueron compuestos por varios autores, o grupos de autores. En el inicio de algunos salmos podemos leer: salmo de David, salmo de los hijos de Asaf, salmo de los hijos de Coré. Algunos salmos puntuales se atribuyen a Heman, Etán y Salomón.
4. Son expresiones muy genuinas del sentir humano y en ellos se recoge toda una gama de pasiones y sentimientos, incluidos la ira, la desesperación, el ansia de venganza, el dolor, la soledad. Y, en contraste, una alegría desbordante, la admiración, la veneración ante el misterio, la confianza, el afecto y el amor que desea al amado.
5. Por tanto, no todos los salmos no son poesías perfectas ni deliciosas, sino oraciones dirigidas a Dios de forma muy sincera y directa. Algunos no son nada “políticamente correctos”; son humanos, sin más. Podemos reconocernos en ellos, según las diferentes situaciones que estemos atravesando.
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