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Salmo 82 (81)

Salmo de Asaf.

Dios se levanta en la asamblea divina; rodeado de dioses, juzga: «¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta, poniéndoos de parte del culpable? (Pausa) 

Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable». 

Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras, mientras vacilan los cimientos del orbe. 

Yo declaro: «Aunque seáis dioses, e hijos del Altísimo todos, moriréis como cualquier hombre, caeréis, príncipes, como uno de tantos». 

Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos.

. . .

Este salmo ha dado mucho de qué hablar a estudiosos de la Biblia, exegetas y teólogos. ¿Por qué? Porque en el primer verso leemos que Dios se levanta en la asamblea divina, rodeado de dioses, para juzgar. ¿No creían los israelitas en un solo Dios? ¿Por qué la Biblia, en este salmo, habla de varios dioses que rodean al Dios Altísimo? ¿Acaso era la fe de Israel politeísta? ¿Qué nos estamos perdiendo?

Y más adelante, en el verso 6, de nuevo leemos: Aunque seáis dioses, hijos del Altísimo, todos moriréis como cualquier hombre... Jesús citó este verso para rebatir a los judíos que le increpaban porque se decía hijo de Dios (Juan 10, 34). Si las escrituras dicen que sois dioses, ¿por qué os enojáis cuando yo digo que soy hijo del Altísimo? No pocos han interpretado esta frase diciendo que Jesús, en realidad, nos está llamando dioses a todos los humanos. 

Hay que explicar la palabra «dioses» aquí. En hebreo, la palabra correspondiente designa, no a otros seres omnipotentes, como Dios, sino a seres celestiales, lo que hoy llamaríamos ángeles, creados por él, que lo sirven en las alturas. Por tanto, aquí no se habla de otros dioses, sino de mensajeros o servidores de Dios. Esa misma palabra también se aplicaba a los profetas y sacerdotes, incluso a los reyes, como representantes y portavoces de Dios en la tierra. Por eso el salmo continúa diciendo que moriréis como cualquier hombre mortal.

Sabiendo esto, podemos comprender el sentido del salmo. Cuando increpa a estos dioses, en realidad está acusando a los sacerdotes, profetas y líderes del pueblo que, en nombre de Dios, ejercen su poder pero se comportan de manera injusta. El salmista Asaf está lanzando una dura crítica a los líderes religiosos que abusan de los pobres y no defienden a los más vulnerables. Dios, que ama la justicia, los castigará por no cumplir con su deber.

Este salmo no pierde su vigencia. Antiguamente había sacerdotes, profetas, reyes; hoy tenemos gobernantes, políticos y religiosos: obispos, pastores, líderes de todo tipo en todo tipo de iglesias y confesiones. ¿Están obrando con justicia? ¿Se aprovechan de la gente y desatienden a los pobres? ¿Se lucran de su cargo y toman decisiones injustas? ¿Se dejan sobornar y favorecen al que paga mejor? ¡La humanidad no ha cambiado tanto! Pero el salmista sentencia: todos caeréis. Dios juzga la tierra.

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