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Salmo 37 (36)

De David

Álef

No te exasperes por los malvados, no envidies a los que obran el mal: se secarán pronto, como la hierba, como el césped verde se agostarán.

Bet

Confía en el Señor y haz el bien: habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. 

Guímel

Encomienda tu camino al Señor, confía y actuará: hará tu justicia como el amanecer, tu derecho como el mediodía. 

Dálet

Descansa en el Señor y espera en él, no te exasperes por el hombre que triunfa empleando la intriga: 

He

cohíbe la ira, reprime el coraje; no te exasperes, no sea que obres mal; porque los que obran mal son excluidos, pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra. 

Vau

Aguarda un momento: desapareció el malvado, fíjate en su sitio: ya no está; en cambio, los sufridos poseen la tierra y disfrutan de paz abundante.

Zain

El malvado intriga contra el justo, rechina sus dientes contra él; pero el Señor se ríe de él, porque ve que le llega su hora. 

Jet

Los malvados desenvainan la espada, asestan el arco, para abatir a los pobres y humildes, para asesinar a los honrados; pero su espada les atravesará el corazón, sus arcos se romperán. 

Tet

Mejor es ser honrado con poco que ser malvado en la opulencia; pues al malvado se le romperán los brazos, pero al honrado lo sostiene el Señor. 

Yod

El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre; no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán.

Kaf

Pero los malvados perecerán, los enemigos del Señor se marchitarán como la belleza de un prado, en humo se disiparán. 

Lámed

El malvado pide prestado y no devuelve, el justo se compadece y perdona. Los que el Señor bendice poseen la tierra, los que él maldice son excluidos.

Mem

El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos; si tropieza no caerá porque lo tiene de la mano. 

Nun

Fui joven, ya soy viejo: nunca he visto a un justo abandonado, ni a su linaje mendigando el pan. A diario se compadece y da prestado; bendita será su descendencia. 

Sámek

Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles.

Ayin

Los inicuos son exterminados, la estirpe de los malvados se extinguirá; pero los justos poseen la tierra, la habitarán por siempre jamás. 

Pe

La boca del justo expone la sabiduría, su lengua explica el derecho; porque lleva en el corazón la ley de su Dios, y sus pasos no vacilan. 

Sade

El malvado espía al justo e intenta darle muerte; pero el Señor no lo entrega en sus manos, no deja que lo condenen en el juicio. 

Qof

Confía en el Señor, sigue su camino; él te levantará a poseer la tierra, y verás la expulsión de los malvados.

Res

Vi a un malvado que se jactaba, que prosperaba como un cedro frondoso; volví a pasar, y ya no estaba; lo busqué, y no lo encontré. 

Sin

Observa al honrado, fíjate en el bueno: porque el pacífico tendrá porvenir; los impíos serán totalmente aniquilados, el porvenir de los malvados quedará truncado. 

Tau

El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva porque se acogen a él.

. . .

Este largo salmo acróstico (cada estrofa comienza con una letra del alfabeto hebreo) es una colección de sentencias sabias, al modo de los Proverbios. En él podemos ver el germen de algunas de las bienaventuranzas: el discurso de Jesús se hace eco de estas bendiciones y maldiciones de la tradición de Israel.

¿Qué valores vemos ensalzados? ¿Y qué conductas son reprobables?

El justo es la persona que encarna las buenas virtudes. ¿Quién es el justo? No hablamos aquí de una justicia legal; el justo en la Biblia es quien hace la voluntad de Dios, quien conoce íntimamente a su Creador y vive guiado e inspirado por él. Por tanto, el justo se comporta con bondad, misericordia, generosidad, sinceridad y honradez.

Una cualidad que lo distingue es la humildad. El justo no es arrogante ni quiere encumbrarse. Otra cualidad es la paciencia: no busca atajos para perseguir sus fines; trabaja con laboriosidad y espera los frutos de sus esfuerzos. Otra virtud es la templanza: el justo no se encoleriza, no se deja llevar por las pasiones violentas ni por sus impulsos. Y el justo es una persona de fe: cree en Dios y confía en él, aunque no vea de inmediato respuesta a sus esperanzas.

Por el contrario, los malvados del salmo son las personas que buscan su beneficio sin escrúpulos, valiéndose de la violencia y de la fuerza; son arrogantes, ignoran a Dios y se creen poderosos. Son avariciosos y tacaños: piden prestado y no devuelven. Son bravucones: alardean de sus éxitos sin pensar en el mañana.

Aunque parezcan triunfar, su vida es como el humo y se disipará sin dejar rastro. En cambio, los justos heredarán la tierra, dejarán una buena descendencia, recibirán el auxilio de Dios. Tierra, hijos, protección divina: son las tres grandes bendiciones para el antiguo israelita. Hoy, nuestras aspiraciones quizás no sean tan diferentes. Todos anhelamos tener un hogar, una familia que nos rodee de cariño y dejar algo de nosotros para la posteridad. Todos necesitamos sentirnos protegidos por Dios, aunque no seamos conscientes de ello. Todos necesitamos la paz.

Hay un verso de este salmo que resume esta llamada a confiar en Dios y a seguir sus caminos: ¡vale la pena!

Sea el Señor tu delicia, y te dará lo que ansía tu corazón.

Es así. Cuando buscamos complacer a Dios, él se complace enviándonos aquello que más queremos, aquello que nos alegra y nos hace más felices.

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