Ir al contenido principal

Salmo 64 (63)

Al Director. Salmo de David. 

Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento, protege mi vida del terrible enemigo; escóndeme de la conjura de los perversos y del motín de los malhechores.

Afilan sus lenguas como espadas y disparan como flechas palabras venenosas, para herir a escondidas al inocente, para herirlo por sorpresa y sin riesgo. 

Se animan al delito, calculan cómo esconder trampas, y dicen: «¿Quién lo descubrirá?». Inventan maldades y llevan a cabo sus proyectos criminales: su mente y su corazón son un abismo.

Pero Dios los acribilla a flechazos, por sorpresa los cubre de heridas; su misma lengua los lleva a la ruina, y los que los ven menean la cabeza. 

Todo el mundo se atemoriza, proclama la obra de Dios y medita sus acciones. 

El justo se alegra con el Señor, se refugia en él, y se felicitan los rectos de corazón.

. . .

En las novelas o en el cine, cuando el héroe sufre toda clase de vicisitudes y ataques de los malvados enemigos, siempre llega el momento de la revancha. Tras muchas pruebas, los malos son derrotados y aplastados, y es entonces cuando el público se levanta y aplaude: ¡se hizo justicia!

La llamamos justicia poética, pero de poética no tiene nada: es nuestro deseo de revancha más genuino, saciado. Que Dios acribille a flechazos y arruine a aquellos que tanto daño nos han hecho.

Porque así es la vida: todos themos tenido o tenemos algún enemigo, familiar, compañero o vecino, que nos ha causado un mal, que nos ha engañado, estafado, traicionado o robado lo que era nuestro. Todos tenemos alguien a quien perdonar, y a quien a veces desearíamos ver en la ruina.

Los salmos se hacen eco de esta mentalidad tan humana, aunque tan lejana a la enseñanza de Jesús, que enseñó a perdonar a todos, incluso al enemigo. Pero siempre podemos hacer una lectura interior, más honda, menos literal y más personal, aplicada a nuestra vida.

La reacción más fácil ante los males es la venganza. Pero hay otra forma de reaccionar: continuar siendo justo. No devolver mal por bien. Seguir siendo honrado, aunque el mundo vaya por otro camino. Y el salmo nos ofrece otra justicia, no vengadora, sino misericordiosa e infinitamente más satisfactoria: El justo se alegra en el Señor, se refugia en él y se felicitan los rectos de corazón. Siempre, siempre, vale la pena obrar el bien. Porque Dios acaba haciendo justicia y nos regala algo mucho más valioso que la venganza: la paz interior y una alegría que no se apaga.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Salmo 150

  Aleluya. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento;  2 alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.  3 Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras;  4 alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas;  5 alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. 6 Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya! . . . ¡Salmo final! Con redobles, arpas, cítaras y un aleluya que llega hasta las puertas del cielo. Se dice que la última palabra es la definitiva, la conclusiva, la más importante. Las últimas palabras de un hombre antes de morir, la última palabra de un discurso, de una canción, de un poema. El broche de oro. Las últimas palabras del salmo son de alabanza. Hay santos que dicen que la única oración que, en realidad, deberíamos pronunciar, es la alabanza. Hay teólogos que afirman que toda forma de oración, en el fondo, es una alabanza. La liturgia pasc...

Salmo 1

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza  en el Señor. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,  ni entra por la senda de los pecadores,  ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia:  da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;  y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos,  pero el camino de los impíos acaba mal. El primero de todos los salmos expresa un deseo íntimo del ser humano: el anhelo de felicidad.  El profeta Jeremías (Jr 17, 5-8) nos habla de dos tipos de persona: la que sólo confía en sí misma, en su fuerza y en su riqueza, y la que confía en Dios. El que deposita su fe en las cosas materiales o en sí mismo es como cardo en el desierto; el que confía en Dios es árbol bien arraig...

Salmo 5

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. ¡A ti te suplico, Señor! Por la mañana escuchas mi voz,  por la mañana expongo mi causa y quedo a la espera. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni es tu huésped el malvado;  no resiste el arrogante tu presencia. Detestas a los malhechores, acabas con los mentirosos; al hombre sanguinario y al traicionero los aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran bondad, me atrevo a entrar en tu Casa,  a postrarme en tu santo Templo, lleno de respeto hacia ti. Guíame, Señor, con tu justicia, responde a mis adversarios,  allana el camino a mi paso. Castígalos, oh Dios, haz que fracasen sus planes; Expúlsalos por sus muchos crímenes, porque se han rebelado contra ti. Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; Protégelos, que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Tú bendices al inocente, Señor, y como un escudo lo rodea tu favor....