Ir al contenido principal

Salmo 111 (110)

¡Aleluya!

(Álef) Doy gracias al Señor de todo corazón,

(Bet) en compañía de los rectos, en la asamblea. 

(Guímel)Grandes son las obras del Señor,

(Dálet) dignas de estudio para los que las aman.

(He) Esplendor y belleza son su obra,

(Vau) su justicia dura por siempre.

(Zain) Ha hecho maravillas memorables,

(Jet) el Señor es piadoso y clemente. 

(Tet) Él da alimento a los que lo temen,

(Yod) recordando siempre su alianza. 

(Kaf) Mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,

(Lámed) dándoles la heredad de los gentiles.

(Mem) Justicia y verdad son las obras de sus manos,

(Nun) todos sus preceptos merecen confianza: 

(Sámek) son estables para siempre jamás,

(Ayin) se han de cumplir con verdad y rectitud. 

(Pe) Envió la redención a su pueblo,

(Sade) ratificó para siempre su alianza. 

(Qof) Su nombre es sagrado y temible.

(Res) Principio de la sabiduría es el temor del Señor.

(Sin) Son prudentes quienes lo veneran.

(Tau) La alabanza del Señor dura por siempre.

. . .

Nos encontramos ante un salmo acróstico: cada verso empieza con una letra del alfabeto hebreo. Era un recurso que solía emplearse en la poesía del antiguo Israel. De esta manera, se asociaba la escritura con la palabra oral; el signo escrito con el mensaje inspirado.

Es una alabanza a Dios por sus obras, por sus cualidades perfectas, por su creación. Pero no sólo por eso, sino porque este Dios tan poderoso y justo se ha complacido en comunicarse con su criatura predilecta, el ser humano. Y, más concretamente, con su pueblo, con el que ha pactado una alianza. Para los antiguos era de vital importancia contar con el favor de su Dios, y una manera de conservarlo era cumpliendo sus preceptos.

La ley en Israel no era una cuestión de consenso humano, sino un decreto de Dios. Por eso era estable para siempre jamás, porque era verdadera, justa, y no admitía cambios ni discusiones.

Hoy vivimos en una sociedad muy compleja, en medio de una maraña de leyes. Necesitamos abogados para defendernos y apenas entendemos los textos legales. Quizás nos iría mejor vivir regidos por pocas leyes, justas y verdaderas, que facilitaran nuestra convivencia y que todos pudiéramos comprender y saber de memoria, porque, en realidad, son leyes inscritas en nuestro corazón.  La ley de Dios es así. Y es de sabios conocerla y seguirla. Es como conocer las reglas del juego de la vida: quien las sabe, posee el mapa hacia su felicidad. Quien las aplica, ya está en buen camino.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Salmo 1

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza  en el Señor. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,  ni entra por la senda de los pecadores,  ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia:  da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;  y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos,  pero el camino de los impíos acaba mal. El primero de todos los salmos expresa un deseo íntimo del ser humano: el anhelo de felicidad.  El profeta Jeremías (Jr 17, 5-8) nos habla de dos tipos de persona: la que sólo confía en sí misma, en su fuerza y en su riqueza, y la que confía en Dios. El que deposita su fe en las cosas materiales o en sí mismo es como cardo en el desierto; el que confía en Dios es árbol bien arraigado que crece junto al agua. Son c

Salmo 4

Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor. Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.   Este salmo es una preciosa oración para abrir el espíritu y dejar que la paz, la paz de Dios , la única que es auténtica, nos vaya invadiendo, poco a poco, y calme nuestras tormentas interiores. El salmo habla de sentimientos y situaciones muy humanas: ese aprieto que atenaza nuestro corazón cuando estamos en dificultades o sufrimos carencias; esa falta de luz cuando parece que Dios está ausente y el mundo se nos cae encima. Los problemas nos abruman y podemos tener la sensación, muy a menudo, de que vivimos abandonados y aplastados bajo un peso enorme. Dios da anchura, Dios alivia, Dios arroja lu

Salmo 5

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. ¡A ti te suplico, Señor! Por la mañana escuchas mi voz,  por la mañana expongo mi causa y quedo a la espera. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni es tu huésped el malvado;  no resiste el arrogante tu presencia. Detestas a los malhechores, acabas con los mentirosos; al hombre sanguinario y al traicionero los aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran bondad, me atrevo a entrar en tu Casa,  a postrarme en tu santo Templo, lleno de respeto hacia ti. Guíame, Señor, con tu justicia, responde a mis adversarios,  allana el camino a mi paso. Castígalos, oh Dios, haz que fracasen sus planes; Expúlsalos por sus muchos crímenes, porque se han rebelado contra ti. Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; Protégelos, que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Tú bendices al inocente, Señor, y como un escudo lo rodea tu favor.   Este salmo e