1Dad gracias al Señor porque es bueno: porque es eterna su misericordia. 2Dad gracias al Dios de los dioses: porque es eterna su misericordia. 3Dad gracias al Señor de los señores: porque es eterna su misericordia.
4Solo él hizo
grandes maravillas: porque es eterna su misericordia. 5Él hizo
sabiamente los cielos: porque es eterna su misericordia. 6Él
afianzó sobre las aguas la tierra: porque es eterna su misericordia.
7Él hizo
lumbreras gigantes: porque es eterna su misericordia. 8El sol
para regir el día: porque es eterna su misericordia. 9La luna y
las estrellas para regir la noche: porque es eterna su misericordia.
10Él hirió a
Egipto en sus primogénitos: porque es eterna su misericordia. 11Y
sacó a Israel de aquel país: porque es eterna su misericordia. 12Con
mano poderosa, con brazo extendido: porque es eterna su misericordia.
13Él dividió en
dos partes el mar Rojo: porque es eterna su misericordia. 14Y
condujo por en medio a Israel: porque es eterna su misericordia. 15Arrojó
en el mar Rojo al faraón y a su ejército: porque es eterna su misericordia.
16Guio por el
desierto a su pueblo: porque es eterna su misericordia. 17Él
hirió a reyes famosos: porque es eterna su misericordia. 18Dio
muerte a reyes poderosos: porque es eterna su misericordia.
19A Sijón, rey
de los amorreos: porque es eterna su misericordia. 20Y a Hog,
rey de Basán: porque es eterna su misericordia. 21Les dio su
tierra en heredad: porque es eterna su misericordia.
22En heredad a
Israel su siervo: porque es eterna su misericordia. 23En
nuestra humillación se acordó de nosotros: porque es eterna su misericordia. 24Y
nos libró de nuestros opresores: porque es eterna su misericordia.
25Él da
alimento a todo viviente: porque es eterna su misericordia. 26Dad
gracias al Dios del cielo: porque es eterna su misericordia.
. . .
Porque es eterna su
Misericordia. Este es el estribillo que resuena, como una respuesta del
coro, en cada uno de los versos de este salmo que solemos cantar, en tonos
exultantes.
De nuevo Israel recuerda. Alaba al Dios creador de los
cielos y de la tierra; ensalza al Dios que los ha acompañado en su caminar por
la historia, desde la esclavitud a la libertad, desde el vagar por el desierto
hasta la posesión de la tierra, luchando por su pueblo y derrotando a sus
enemigos.
Todos somos Israel. Dios ha hecho posible nuestra
existencia. Nos ha dado la vida, la maravilla de nuestro cuerpo, la hermosura
de este planeta que habitamos. Nos ha acompañado a lo largo de nuestra vida.
¿Cuánto hemos aprendido a su lado? ¿De cuántos aprietos nos ha salvado? Nuestros
éxitos y logros, ¿no son acaso obra suya? ¿Quién nos dio la fuerza, la
inteligencia y los medios para alcanzar nuestros sueños?
Porque es eterna su
misericordia. La palabra que traducimos por misericordia es el término
hebreo Jésed, que significa algo más que compasión o benevolencia. Jésed,
en realidad, es gracia, es magnanimidad, es generosidad infinita. Es la virtud
de un padre que quiere dar todo, y lo mejor, a sus hijos.
Sí, porque Dios quiere darnos su gracia, su favor, una
catarata de bondades, podemos mirar hacia atrás, hacia nuestra historia, y
contar todo lo que ha hecho en nosotros.
Nuestra biografía, al final, es un rosario de gracias de
Dios, convertidas en pruebas y alegrías, batallas, dolores y victorias; pérdidas
y aprendizajes. Pero, sobre todo, crecimiento. Si sabemos agradecer, veremos
que nuestra vida no es un drama sin sentido, sino un milagro. ¡Qué hermoso, entonces,
levantarse cada día y alzar los ojos al cielo!
Da gracias al Dios del cielo, porque es eterna su
misericordia.
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