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Mostrando entradas de julio, 2024

Salmo 114 (113a)

Cuando Israel salió de Egipto, los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente, Judá fue su santuario, Israel fue su dominio.  El mar, al verlos, huyó; el Jordán se echó atrás; los montes saltaron como carneros; las colinas, como corderos.  ¿Qué te pasa, mar, que huyes, y a ti, Jordán, que te echas atrás? ¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; colinas, que saltáis como corderos?  En presencia del Señor, estremécete, tierra, en presencia del Dios de Jacob; que transforma las peñas en estanques, el pedernal en manantiales de agua. . . .  En presencia del Señor, estremécete, tierra . Esta imagen poderosa nos presenta a un Dios creador que es dueño de todo cuanto existe y que también dirige la historia para proteger a su pueblo. Tan grandioso es su poder que, ante su presencia, el mundo se inclina, tiembla y se dobla. O huye espantado: podemos visualizar un corzo o un cabrito saltando ante un predador; con el mismo pavor se agitan los montes. Tan grande es Dios. Si la

Salmo 113 (112)

¡Aleluya! Alabad, siervos del Señor,  alabad el nombre del Señor.  Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre:  de la salida del sol hasta su ocaso,  alabado sea el nombre del Señor.  El Señor se eleva sobre todos los pueblos,  su gloria sobre los cielos.  ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que habita en las alturas y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?  Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes,  los príncipes de su pueblo.  A la estéril le da un puesto en la casa,  como madre feliz de hijos. ¡Aleluya! . . .  En la religión del antiguo Israel y, después, en el Cristianismo, los pobres siempre han tenido un lugar especial. Podríamos decir que la atención al pobre, en nuestra fe, ya no sólo es un hecho ético y moral, sino un rasgo que nos acerca a Dios. En otras culturas también se atendía a los pobres, pero en ninguna otra se oyó antes que los pobres fueran los favoritos, amados de Dios . Israel fu

Salmo 112 (111)

¡Aleluya! (Álef) Dichoso quien teme al Señor (Bet) y ama de corazón sus mandatos.  (Guímel) Su linaje será poderoso en la tierra, (Dálet) la descendencia del justo será bendita.  (He) En su casa habrá riquezas y abundancia, (Vau) su caridad dura por siempre.  (Zain) En las tinieblas brilla como una luz (Jet) el que es justo, clemente y compasivo.  (Tet) Dichoso el que se apiada y presta, (Yod) y administra rectamente sus asuntos,  (Kaf) porque jamás vacilará. (Lámed) El recuerdo del justo será perpetuo.  (Mem) No temerá las malas noticias, (Nun) su corazón está firme en el Señor.  (Sámek) Su corazón está seguro, sin temor, (Ayin) hasta que vea derrotados a sus enemigos.  (Pe) Reparte limosna a los pobres; (Sade) su caridad dura por siempre (Qof) y alzará la frente con dignidad.  (Res) El malvado, al verlo, se irritará, (Sin) rechinará los dientes hasta consumirse. (Tau) La ambición del malvado fracasará. . . . En los versos de este nuevo

Salmo 111 (110)

¡Aleluya! (Álef) Doy gracias al Señor de todo corazón, (Bet) en compañía de los rectos, en la asamblea.  (Guímel)Grandes son las obras del Señor, (Dálet) dignas de estudio para los que las aman. (He) Esplendor y belleza son su obra, (Vau) su justicia dura por siempre. (Zain) Ha hecho maravillas memorables, (Jet) el Señor es piadoso y clemente.  (Tet) Él da alimento a los que lo temen, (Yod) recordando siempre su alianza.  (Kaf) Mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, (Lámed) dándoles la heredad de los gentiles. (Mem) Justicia y verdad son las obras de sus manos, (Nun) todos sus preceptos merecen confianza:  (Sámek) son estables para siempre jamás, (Ayin) se han de cumplir con verdad y rectitud.  (Pe) Envió la redención a su pueblo, (Sade) ratificó para siempre su alianza.  (Qof) Su nombre es sagrado y temible. (Res) Principio de la sabiduría es el temor del Señor. (Sin) Son prudentes quienes lo veneran. (Tau) La alabanza del Señor dura por

Salmo 110 (109)

1Salmo de David. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies».  2 Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.  3 «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, desde el seno, antes de la aurora».  4 El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».  5 El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes,  6 sentenciará a las naciones, amontonará cadáveres, abatirá cabezas sobre la ancha tierra.  7 En su camino beberá del torrente; por eso, levantará la cabeza. . . . Otro salmo real. David es rey. ¿Qué significaba ser rey en la antigüedad? Algo distinto a lo que entendemos hoy por rey , un jefe de estado con ciertos poderes y atribuciones, pero muy limitado por otros organismos como las cortes, los parlamentos y las instituciones de cada nación. Rey, en la antigüedad

Salmo 109 (108)

1Al Director. Salmo de David. Dios de mi alabanza, no estés callado,  2 que bocas malvadas y fraudulentas se abren contra mí y me hablan con lengua mentirosa.  3 Me cercan con palabras odiosas y me combaten sin motivo.  4 En pago de mi amor me acusan, aunque yo oraba por ellos;  5 me devuelven mal por bien y odio a cambio de mi amor.  6 «Suscita contra él un malvado, que un acusador se ponga a su derecha.  7 Cuando sea juzgado, salga culpable, y su apelación se resuelva en condena.  8 Que sus días sean pocos y otro ocupe su cargo.  9 Queden huérfanos sus hijos y viuda su mujer.  10 Vayan sus hijos errabundos mendigando y sean expulsados lejos de sus ruinas.  11 Que un acreedor se apodere de sus bienes y los extraños se adueñen de sus sudores.  12 ¡Jamás le brinde nadie su favor, ni se apiade de sus huérfanos!  13 Que su posteridad sea exterminada y en una generación se borre su nombre.  14 Recuerde el Señor la culpa de sus padres, y no borre el pecado de su madre:  15 estén siemp

Salmo 108 (107)

Cántico. Salmo de David .  2 Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme,   para ti cantaré y tocaré, gloria mía.  3 Despertad, cítara y arpa, despertaré a la aurora.  4 Te daré gracias ante los pueblos, Señor, tocaré para ti ante las naciones:  5 por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.  6 Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria;  7 para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda.  8 Dios habló en su santuario: «Triunfante, ocuparé Siquem, parcelaré el valle de Sucot;  9 mío es Galaad, mío Manasés, Efraín es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro;  10 Moab, una jofaina para lavarme; sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria».  1 1 Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte, | quién me conducirá a Edom,  12 si tú, oh Dios, nos has rechazado | y no sales ya con nuestras tropas?  13 Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil.  14 Con Dios

Salmo 107 (106)

1Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.  2 Que lo confiesen los redimidos por el Señor,   los que él rescató de la mano del enemigo,  3 los que reunió de todos los países: oriente y occidente, norte y sur.  4 Erraban por un desierto solitario, no encontraban el camino de ciudad habitada;  5 pasaban hambre y sed, se les iba agotando la vida;  6 pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. 7 Los guio por un camino derecho, para que llegaran a una ciudad habitada.  8 Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.  9 Calmó el ansia de los sedientos, y a los hambrientos los colmó de bienes.  10 Yacían en oscuridad y tinieblas, cautivos de hierros y miserias;  11 por haberse rebelado contra los mandamientos, despreciando el plan del Altísimo.  12 Él humilló su corazón con trabajos, sucumbían y nadie los socorría.  13 Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la trib

Salmo 106 (105)

1¡Aleluya! Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.  2 ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza?  3 Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. 4 Acuérdate de mí por amor a tu pueblo, visítame con tu salvación:  5 para que vea la dicha de tus escogidos, y me alegre con la alegría de tu pueblo, y me gloríe con tu heredad.  6 Hemos pecado como nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades.  7 Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas; no se acordaron de tu abundante misericordia, se rebelaron junto al mar, junto al mar Rojo;  8 pero él los salvó por amor de su nombre, para manifestar su poder.  9 Increpó al mar Rojo , y se secó; los condujo por el abismo como por tierra firme;  10 los salvó de la mano del adversario, los rescató del puño del enemigo;  11 las aguas cubrieron a los atacantes, y ni uno solo se salvó:  12 entonces creyeron sus palabras, cantaron su alabanza.  1

Salmo 105 (104)

1Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos.  2 Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas,  3 gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor.  4 Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.  5 Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca.  6 ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;   hijos de Jacob, su elegido!  7 El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra.  8 Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones;  9 de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.  10 Confirmado como ley para Jacob, como alianza eterna para Israel:  11 «A ti te daré el país cananeo, | como lote de vuestra heredad».  12 Cuando eran unos pocos mortales, contados, y forasteros en el país,  13 cuando erraban de pueblo en pueblo, de un reino a otra nación,  14 a nadie permitió que los molestase, y por ellos castigó a reyes:  15 «No toquéi

Salmo 104 (103)

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!  Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Extiendes los cielos como una tienda,  3 construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza,  avanzas en las alas del viento;  4 los vientos te sirven de mensajeros; el fuego llameante, de ministro. 5 Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás;  6 la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas;  7 pero a tu bramido huyeron,   al fragor de tu trueno se precipitaron,  8 mientras subían los montes y bajaban los valles: cada cual al puesto asignado.  9 Trazaste una frontera que no traspasarán, y no volverán a cubrir la tierra. 10 De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes;  11 en ellos beben las fieras de los campos, el asno salvaje apaga su sed;  12 junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto.  13 Desde tu morada riegas los montes, y l

Salmo 103 (102)

El Señor es compasivo y misericordioso. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. . . . El primer gran tema que salta a la vista en este salmo es el perdón. ¡Qué difícil nos resulta perdonar, y cuán olvidado lo tenemos!   Incluso hay personas que se precian de perdonar a quienes les han causado un mal, “pero jamás olvidar”, como si mantener esa revancha viva en el corazón fuera motivo de orgullo o de reafirmación. El salmo, en primer lugar, nos habla del perdón de Dios