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Mostrando entradas de 2024

Salmo 150

  Aleluya. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento;  2 alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.  3 Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras;  4 alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas;  5 alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. 6 Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya! . . . ¡Salmo final! Con redobles, arpas, cítaras y un aleluya que llega hasta las puertas del cielo. Se dice que la última palabra es la definitiva, la conclusiva, la más importante. Las últimas palabras de un hombre antes de morir, la última palabra de un discurso, de una canción, de un poema. El broche de oro. Las últimas palabras del salmo son de alabanza. Hay santos que dicen que la única oración que, en realidad, deberíamos pronunciar, es la alabanza. Hay teólogos que afirman que toda forma de oración, en el fondo, es una alabanza. La liturgia pascual de las iglesias orto

Salmo 149

1Aleluya. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;  2 que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. 3 Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras;  4 porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.  5 Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:  6 con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:  7 para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones,  8 sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.  9 Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. ¡Aleluya! . . .  Penúltimo salmo. El Aleluya resuena con más fuerza, acompañado de cítaras, tambores y danzas. Ya no sólo cantamos, danzamos ante Dios. Lo adoramos con la mente, con el corazón, con la voz y con el cuerpo. La invitación es al regocijo y la alegría completa. ¿Por qué?, podemos preguntarnos. ¿Qué motivos tenemos hoy

Salmo 148

  1 Aleluya. Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto.  2 Alabadlo todos sus ángeles; alabadlo todos sus ejércitos.  3 Alabadlo, sol y luna; alabadlo, estrellas lucientes.  4 Alabadlo, espacios celestes y aguas que cuelgan en el cielo.  5 Alaben el nombre del Señor, porque él lo mandó, y existieron.  6 Les dio consistencia perpetua y una ley que no pasará.  7 Alabad al Señor en la tierra, cetáceos y abismos del mar,  8 rayos, granizo, nieve y bruma, viento huracanado que cumple sus órdenes,  9 montes y todas las sierras, árboles frutales y cedros,  10 fieras y animales domésticos, reptiles y pájaros que vuelan.  11 Reyes del orbe y todos los pueblos, príncipes y jueces del mundo,  12 los jóvenes y también las doncellas, los ancianos junto con los niños,  13 alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra;  14 él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido. ¡Aleluya!

Salmo 147 (146)

Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados. Alabad al Señor, que la música es buena;  nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. El Señor reconstruye Jerusalén,  reúne a los deportados de Israel.      Él sana los corazones destrozados, venda sus heridas. Cuenta el número de las estrellas,  a cada una la llama por su nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso,  su sabiduría no tiene medida. El Señor sostiene a los humildes,  humilla hasta el polvo a los malvados. Entonad la acción de gracias al Señor, tocad la cítara para nuestro Dios que cubre el cielo de nubes, preparando la lluvia sobre la tierra; que hace brotar hierba en los montes para los que sirven al hombre; que da su alimento al ganado y a las crías de cuervo que graznan. No aprecia el vigor de los cabellos, no estima los jarretes del hombre; el Señor aprecia a los que lo temen, que confían en su misericordia. ... Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sion. Que ha reforzado los cerrojos de

Salmo 146 (145)

1 ¡Aleluya! Alaba, alma mía, al Señor:  2 alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista.  3 No confiéis en los príncipes,   seres de polvo que no pueden salvar;  4 exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes.  5 Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios,  6 que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente,  7 que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos,  8 el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos.  9 El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.  10 El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. ¡Aleluya! . . . Este salmo de alabanza nos muestra por un lado cómo es Dios y, por otro, cómo podemos llegar a ser los humanos. Para muchos descreídos, estos versos no

Salmo 145 (144)

1Himno de David. (Álef) Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.  2 (Bet) Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.  3 (Guímel) Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; 4 (Dálet) una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.  5 (He) Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas;  6 (Vau) encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones;  7 (Zain) difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tu justicia. 8 (Jet) El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;  9 (Tet) el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.  10 (Yod) Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles.  11 (Kaf) Que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas;  12 (Lámed) explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.  13 (Me

Salmo 144 (143)

1De David. Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea;  2 mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y refugio, que me somete los pueblos.  3 Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él? ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?  4 El hombre es igual que un soplo; sus días, una sombra que pasa.  5 Señor, inclina tu cielo y desciende; toca los montes, y echarán humo;  6 fulmina el rayo y dispérsalos; dispara tus saetas y desbarátalos.  7 Extiende la mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de los extranjeros,  8 cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso.  9 Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:  10 para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo, de la espada maligna.  11 Defiéndeme y líbrame de la mano de los extranjeros, cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso.  12

Salmo 143 (142)

1Salmo de David . Señor, escucha mi oración; tú, que eres fiel, atiende a mi súplica; tú, que eres justo, escúchame.  2 No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.  3 El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro, me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvidados.  4 Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto.  5 Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos  6 y extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca. (Pausa)  7 Escúchame enseguida, Señor, que me falta el aliento. No me escondas tu rostro, igual que a los que bajan a la fosa.  8 En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti. Indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti.  9 Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti.  10 Enséñame a cumplir tu ley, ya que tú eres mi Dios. Tu espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana.  11 Por tu nomb

Salmo 142 (141)

1Poema de David cuando estaba en la cueva. Oración.  2 A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor;  3 desahogo ante él mis afanes, expongo ante él mi angustia,  4 mientras me va faltando el aliento. Pero tú conoces mis senderos, y que en el camino por donde avanzo me han escondido una trampa. 5 Mira a la derecha, fíjate: nadie me hace caso; no tengo adónde huir, nadie mira por mi vida.  6 A ti grito, Señor; te digo: «Tú eres mi refugio y mi lote en el país de la vida».   7 Atiende a mis clamores, que estoy agotado; líbrame de mis perseguidores, que son más fuertes que yo.  8 Sácame de la prisión, y daré gracias a tu nombre: me rodearán los justos cuando me devuelvas tu favor. . . . Perseguido por el rey Saúl, David acabó refugiándose en las cuevas de Adulán con una banda de forajidos. Escondido en la gruta, reza al Señor. ¿En quién mejor desahogar su alma? En un plano espiritual, todos vivimos o hemos pasado por situaciones similares, de asfixia y

Salmo 141 (140)

1Salmo de David. Señor, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo.  2 Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.  3 Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios;  4 no dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos; ni que con los hombres malvados participe en banquetes. 5 Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza; yo seguiré rezando en sus desgracias.  6 Cuando caigan en las duras manos de sus jueces, escucharán mis palabras amables;  7 como una piedra de molino, rota por tierra, queden esparcidos sus huesos a la boca de la tumba.  8 Señor Dios, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso;  9 guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.  10 Caigan los malvados en sus redes, mientras que yo escapo ileso. . . .  Si tuviéramos que reco

Salmo 140 (139)

1Al Director. Salmo de David .  2 Líbrame, Señor, del malvado, guárdame del hombre violento:  3 que planean maldades en su corazón y todo el día provocan contiendas;  4 afilan sus lenguas como serpientes, con veneno de víboras en los labios. (Pausa)  5 Defiéndeme, Señor, de la mano perversa; guárdame de los hombres violentos, que preparan zancadillas a mis pasos.  6 Los soberbios me esconden trampas; los perversos me tienden una red y por el camino me colocan lazos. (Pausa)  7 Pero yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios»; Señor, atiende a mis gritos de socorro;  8 Señor Dios, mi fuerte salvador, que cubres mi cabeza el día de la batalla.  9 Señor, no le concedas sus deseos al malvado, no des éxito a sus proyectos. (Pausa)  10 Levantan la cabeza los que me rodean, la iniquidad de sus labios los cubra.  11 Caigan sobre ellos carbones encendidos, arrójalos en la fosa y no se levanten.  12 No arraigue en la tierra el deslenguado, el mal persiga al violento hasta desterrarlo.  13 Yo s

Salmo 139 (138)

  Al Director. Salmo de David. Señor, tú me sondeas y me conoces.  2 Me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos;  3 distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.  4 No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda.  5 Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma.  6 Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.  7 ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada?  8 Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;  9 si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar,  10 allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha.  11 Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí»,  12 ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día, la tiniebla es como luz para ti.  13 Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.  14 Te doy gracias porque me has

Salmo 138 (137)

1 De David. Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste las palabras de mi boca; delante de los ángeles tañeré para ti;  2 me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera tu fama.  3 Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.  4 Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca;  5 canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.  6 El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio.  7 Cuando camino entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu mano contra la ira de mi enemigo,   y tu derecha me salva.  8 El Señor completará sus favores conmigo. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.  . . . Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor de mi alma. Podríamos recitar este verso, como una jaculatoria o un mantra, al decir de hoy, durante todo el día. La p

Salmo 137 (136)

  1 Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;  2 en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras.  3 Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión».  4 ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera!  5 Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha;  6 que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías.  7 A los idumeos, Señor, tenles en cuenta el día de Jerusalén, cuando decían: «¡Desnudadla, desnudadla hasta los cimientos!».  8 ¡Capital de Babilonia, destructora, dichoso quien te devuelva el mal que nos has hecho!  9 ¡Dichoso quien agarre y estrelle a tus hijos contra la peña! . . . Este salmo fue escrito en los tiempos en que los israelitas, destruido su reino, su ciudad y su templo, vivían exiliados en Babilonia. Sentados junto a los ríos de la opulenta ciudad extra

Salmo 136 (135)

1Dad gracias al Señor porque es bueno: porque es eterna su misericordia.  2 Dad gracias al Dios de los dioses: porque es eterna su misericordia.  3 Dad gracias al Señor de los señores: porque es eterna su misericordia.  4 Solo él hizo grandes maravillas: porque es eterna su misericordia.  5 Él hizo sabiamente los cielos: porque es eterna su misericordia.  6 Él afianzó sobre las aguas la tierra: porque es eterna su misericordia.  7 Él hizo lumbreras gigantes: porque es eterna su misericordia.  8 El sol para regir el día: porque es eterna su misericordia.  9 La luna y las estrellas para regir la noche: porque es eterna su misericordia.  10 Él hirió a Egipto en sus primogénitos: porque es eterna su misericordia.  11 Y sacó a Israel de aquel país: porque es eterna su misericordia.  12 Con mano poderosa, con brazo extendido: porque es eterna su misericordia.  13 Él dividió en dos partes el mar Rojo: porque es eterna su misericordia.  14 Y condujo por en medio a Israel: porque es ete

Salmo 135 (134)

  1 ¡Aleluya! Alabad el nombre del Señor, alabadlo, siervos del Señor,  2 que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios.  3 Alabad al Señor porque es bueno, tañed para su nombre, que es amable.  4 Porque el Señor se escogió a Jacob, | a Israel en posesión suya.  5 Yo sé que el Señor es grande, nuestro Dios más que todos los dioses.  6 El Señor todo lo que quiere lo hace: en el cielo y en la tierra, en los mares y en los océanos.  7 Hace subir las nubes desde el horizonte, con los relámpagos desata la lluvia, suelta los vientos de sus silos.  8 Él hirió a los primogénitos de Egipto, desde los hombres hasta los animales.  9 Envió signos y prodigios —en medio de ti, Egipto— contra el faraón y sus ministros.  10 Hirió de muerte a pueblos numerosos, mató a reyes poderosos:  11 a Sijón, rey de los amorreos; a Hog, rey de Basán; a todos los reyes de Canaán.  12 Y dio su tierra en heredad, en heredad a Israel, su pueblo.  13 Señor, tu nombre es eterno; S

Salmo 134 (133)

1Canción de las subidas. Y ahora bendecid al Señor los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor.  2 Levantad las manos hacia el santuario y bendecid al Señor.  3 El Señor te bendiga desde Sión, el que hizo cielo y tierra. . . . Otro breve salmo de peregrinación : aquí se canta la alegría de los que pasan la noche en casa del Señor. Los peregrinos que llegaban a Jerusalén desde todos los rincones del mundo pernoctaban acampados junto a la Ciudad Santa. Y muchos debían pasar la noche en vela, junto al templo. Cuando se vive la emoción de un encuentro esperado, no hay lugar para el sueño. El corazón que ama permanece en vela . Y Dios, que contempla desde lo alto la devoción de sus fieles, los bendice. Podemos trasladar este cántico a nuestros espacios de adoración ante el Santísimo. Velamos ante él, pasamos una parte de la noche en su presencia. Bendecimos al Señor porque está entre nosotros. Y él, desde su lugar santo, también nos bendice. Decía un t

Salmo 133 (132)

1Canción de las subidas. De David . Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos.  2 Es ungüento precioso en la cabeza, que va bajando por la barba, que baja por la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento.  3 Es rocío del Hermón, que va bajando sobre el monte Sión. Porque allí manda el Señor la bendición: la vida para siempre. . . . Este breve cantar es una joya: con imágenes muy sensoriales, bellas y placenteras, nos habla del gozo de la hermandad. Todos lo sabemos, ¡qué a gusto nos encontramos entre amigos, entre hermanos, entre familiares, cuando entre nosotros reina la concordia! Qué dulce, qué grato es sentir el fuego de la amistad, el calor de un hogar, la compañía de los seres queridos. El salmo 133 nos recuerda que las experiencias más hermosas, las que dejan huella, no las vivimos solos. La convivencia nos transforma y nos renueva. La experiencia de Dios también se vive en comunidad. El ungüento que baja desde la cabeza hasta la barba nos

Salmo 132 (131)

1Canción de las subidas . Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes:  2 cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob:  3 «No entraré bajo el techo de mi casa, no subiré al lecho de mi descanso,  4 no daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados,  5 hasta que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob».  6 Oímos que estaba en Efratá, la encontramos en el Soto de Jaar:  7 entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies.  8 Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder:  9 que tus sacerdotes se vistan de justicia, que tus fieles vitoreen.  10 Por amor a tu siervo David, no niegues audiencia a tu Ungido.  11 El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.  12 Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono».  13 Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella:  14 «Esta e