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Mostrando entradas de junio, 2024

Salmo 102 (101)

Oración de un afligido que, en su congoja, desahoga su pena ante el Señor.  Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame enseguida. Que mis días se desvanecen como humo, mis huesos queman como brasas; mi corazón está agostado como hierba, me olvido de comer mi pan; con la violencia de mis quejidos, se me pega la piel a los huesos.  Estoy como lechuza en la estepa, como búho entre ruinas; estoy desvelado, gimiendo, como pájaro sin pareja en el tejado.  Mis enemigos me insultan sin descanso; furiosos contra mí, me maldicen. En vez de pan, como ceniza, mezclo mi bebida con llanto, por tu cólera y tu indignación, porque me alzaste en vilo y me tiraste; mis días son una sombra que se alarga, me voy secando como la hierba.  Tú, en cambio, permaneces para siempre, y tu nombre de generación en generación. Levántate y ten misericordia de Sión, que ya es hora y tiempo de m

Salmo 101 (100)

Salmo de David .  Voy a cantar la bondad y la justicia, para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto:  ¿cuándo vendrás a mí? Andaré con rectitud de corazón dentro de mi casa; no pondré mis ojos en intenciones viles. Aborrezco al que obra mal, no se juntará conmigo. Lejos de mí el corazón torcido, no aprobaré al malvado. Al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar; ojos engreídos, corazones arrogantes no los soportaré.  Pongo mis ojos en los que son leales, ellos vivirán conmigo; el que sigue un camino perfecto, ese me servirá.  No habitará en mi casa el que actúa con soberbia; el que dice mentiras no durará en mi presencia.  Cada mañana haré callar a los hombres malvados, para excluir de la ciudad del Señor a todos los malhechores. . . . Este salmo enumera una serie de actitudes que alejan de Dios. En contraste, David, el salmista, canta la bondad y la justicia, el camino perfecto. La imagen del camino recto , del que no hay que apartarse, es m

Salmo 100 (99)

Somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.  . . . En la mentalidad de hoy, en la que el individuo es exaltado y su autonomía parece la máxima aspiración, las palabras de este salmo pueden provocar cierto rechazo. «Somos ovejas de su rebaño.» La simple palabra «ovejas» nos resulta incluso despectiva, sinónimo de persona adocenada, sin criterio propio, sumisa y obediente. Y, sin embargo, el salmo canta con palabras exultantes esa pertenencia al rebaño del Señor. «Somos suyos» : esta frase no debe ser leída como sinónimo de esclavitud, sino en el sentido de pertenencia que embarga a los que se aman. «Soy tuyo» son palabras de amante que se entrega a su amado. Somos de Dios porque él nos ama y nunca nos abandona.

Salmo 99 (98)

El Señor reina, tiemblen las naciones; sentado sobre querubines, vacile la tierra.   El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos.   Reconozcan tu nombre, grande y terrible: ¡Él es santo!   El rey poderoso ama la justicia, tú has establecido la rectitud; tú administras en Jacob la justicia y el derecho.   Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: ¡Él es santo!   Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía.   Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio.   Señor, Dios nuestro, tú les respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón, un Dios que castiga sus maldades. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante su monte santo: ¡Santo es el Señor, nuestro Dios!  . . . Otro salmo regio que encumbra a Dios como rey del universo . A diferencia de los dioses de otros pueblos, el Dios de Israel no sólo domina los elementos de

Salmo 98 (97)

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia, se acordó de su misericordia y su fidelidad a favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.   Retumbe el mar y cuanto contiene,  la tierra y cuantos la habitan;   aplaudan los ríos, aclamen los montes   al Señor, que llega para regir la tierra. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. . .  Este salmo resuena con tonos épicos de himno triunfante. La forma del salmo expresa la grandeza de Dios, su belleza, su poder. Pero hay un fondo que va más allá de la mera imagen del Dios victorioso , poderoso y favorecedor de un pueblo escogido. Dos son las cualida

Salmo 97 (96)

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono.  Delante de él avanza el fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe, y, viéndolos, la tierra se estremece.  Los montes se derriten como cera ante el Señor, ante el Señor de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.  Los que adoran estatuas se sonrojan, los que ponen su orgullo en los ídolos. Adoradlo todos sus ángeles.  Lo oye Sión, y se alegra; se regocijan las ciudades de Judá por tus sentencias, Señor; porque tú eres, Señor, Altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses.  Odiad el mal los que amáis al Señor: él protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados.  Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. . . . Este salmo es un cántico de ensal

Salmo 96 (95)

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria, contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones porque es grande el Señor y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles no son nada, mientras que el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelid

Salmo 95 (94)

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca  que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándole con cantos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis su voz: No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me asqueó,  y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado,  que no reconoce mi camino;   por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso». . . . Qué fácil es creer en Dios cuando las cosas van bien, cuando la vida nos sonríe y todo parece marchar sobre ruedas. En cambio, cuando nos abruman los problemas y nos sentimos acosados por todas partes, la fe flaquea y es entonces cuando clamamos: ¿Dónde está Dios? Este clamor es lo que el salmo llama poner a prueba a Dios

Salmo 94 (93)

 

Salmo 93 (92)

El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. Más potente que la voz de muchas aguas, más potente que el mar en su oleaje, más potente es el Señor en las alturas. Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término. . . .  E n este salmo se nos presenta a Dios como señor poderoso, rey de toda la creación, revestido de poder. El lenguaje y el tono son épicos, así como las imágenes potentes —las aguas que rugen, las alturas del cielo ― . La fuerza de Dios es sobrecogedora. ¿Qué mensaje leemos aquí? Que Dios late detrás de todo el universo . Que todo cuanto existe es obra suya. Si la obra es maravillosa y admirable ¡cuánto más lo será el artista que la creó! Estos versos traducen una experiencia religiosa de asombro y veneración, muy alejada del animismo o del panteísmo, que ven divinidad en todas las cosas. La fe hebr

Salmo 92 (91)

Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad. El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano; plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. . . . La bondad es un atributo de Dios que la literatura bíblica, especialmente en los salmos, quiere resaltar. Así mismo, Dios es justo y recompensa con paz, prosperidad y abundancia al hombre que sigue su justicia. Bondad , justicia . Son dos valores que hoy echamos de menos y que a menudo están ausentes de la sociedad. El pueblo hebreo también ansiaba estos valores y clamaba al cielo por ellos. Su azarosa historia está marcada, como la historia de tantos otros pueblos, por periodos de violencia, de abusos de poder, de explotación del pobre. Para el israelita devoto, la cr

Salmo 91 (90)

E stás conmigo, Señor, en la tribulación. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor:  «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes  para que te guarden en tus caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras,  pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.» . . . El Señor te protege. El Señor envía sus ángeles para que te guarden. Con estas palabras del salmo el diablo se acerca a Jesús para tentarlo a arrojarse desde lo alto del templo. ¡Cuántas veces se utilizan las sagradas escrituras, fuera de contexto y manipuladas, para conseguir lo contrario de lo que pretendían! Este salmo es un himno de confianza e

Salmo 90 (89)

Oración de Moisés, hombre de Dios. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.   Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios.   Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán». Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna.   Si tú los retiras son como un sueño, como hierba que se renueva:   que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. ¡Cómo nos ha consumido tu cólera y nos ha trastornado tu indignación!   Pusiste nuestras culpas ante ti, nuestros secretos ante la luz de tu mirada:   y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera, y nuestros años se acabaron como un suspiro [...]   ¿Quién conoce la vehemencia de tu ira, quién ha sentido el peso de tu cólera?   Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.   Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos;   por la mañana sácianos de tu

Salmo 89 (88)

Poema del ezrahita Etan. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «tu misericordia es un edificio eterno,  más que el cielo has afianzado tu fidelidad». Sellé una alianza con mi elegido,  jurando a David mi siervo:  «Te fundaré un linaje perpetuo,  edificaré tu trono para todas las edades.» Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios,  mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor,  y mi alianza con él será estable. . . . En este salmo, que el poeta quiso dedicar a la Casa de David , podemos destacar dos aspectos que también aplican a los cristianos de hoy: la fidelidad de Dios y la alianza con él. El salmista escribe en un contexto histórico de apogeo del pueblo judío: su monarquía se consolida, David levanta su capital, Jerusalén, y quiere erigir un templo al Señor. La fórmula de la alianza o el pacto es un recurso utilizado por los autores bíblicos para expresar esa fidelidad de Dios hacia su

Salmo 88 (87)

Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Al Director. Sobre «La enfermedad». Sobre «La aflicción». Poema del ezrajita Hemán.   Señor, Dios Salvador mío, día y noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor. Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido.  Estoy libre, pero camino entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas y en las sombras de muerte; tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas. (Pausa)  Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado, no puedo salir, y los ojos se me nublan de pesar. Todo el día te estoy invocando, Señor, tendiendo las manos hacia ti. ¿Harás tú maravillas por los muertos? (Pausa) ¿Se alzarán las sombras para darte gracias? ¿Se

Salmo 87 (86)

De los hijos de Coré. Salmo . Él la ha cimentado sobre el monte santo;   y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob.   ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!  «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí». Se dirá de Sión: «Uno por uno, todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado».   El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Este ha nacido allí». Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti». . . . Este salmo breve, de entrada, resulta un poco misterioso. Pero su primer y último verso nos da claves. El salmo es una visión profética de la futura Sion , la morada de Dios, como lugar de acogida no sólo para los hijos de Israel, sino para todos los pueblos de la tierra. Por eso dice: Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí. Es revolucionario: los enemigos endémicos de Israel se convertirán en ad

Salmo 86 (85)

Oración de David. Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor; porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas. Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: «Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios». Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre. Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo. Dios mío, unos

Salmo 85 (84)

Al Director. De los hijos de Coré. Salmo.   Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob,   has perdonado la culpa de tu pueblo,  has sepultado todos sus pecados.  Has reprimido tu cólera, has frenado el incendio de tu ira.   Restáuranos, Dios Salvador nuestro; cesa en tu rencor contra nosotros.   ¿Vas a estar siempre enojado,  o a prolongar tu ira de edad en edad?  ¿No vas a devolvernos la vida,  para que tu pueblo se alegre contigo?  Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.  Voy a escuchar lo que dice el Señor; “Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos”. La salvación está cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran,  la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. . . . Las palabras justicia y mis

Salmo 84 (83)

Al director. Según la oda de Gat. De los hijos de Coré. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.  ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!  Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor,  mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío.   Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.  Dichosos los que encuentran en ti su fuerza y tienen tus caminos en su corazón. Cuando atraviesan áridos valles, los convierten en oasis, como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones;   caminan de baluarte en baluarte hasta ver al Dios de los dioses en Sión. Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;  atiéndeme, Dios de Jacob.  Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,  mira el rostro de tu Ungido. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. Porque el Señ

Salmo 83 (82)

Cántico. Salmo de Asaf . Oh Dios, no guardes silencio; no te quedes, oh Dios, callado e impasible. Mira c ó mo se alborotan tus enemigos, c ó mo te desaf í an los que te odian. Con astucia conspiran contra tu pueblo; conspiran contra aquellos a quienes t ú amas. Y dicen: «¡ Venid, destruyamos su naci ó n! ¡ Que el nombre de Israel no vuelva a recordarse! »   Como un solo hombre se confabulan; han hecho un pacto contra ti: los campamentos de Edom y de Ismael, los de Moab y de Agar, Guebal, Am ó n y Amalec, los de Filistea y los habitantes de Tiro. ¡Hasta Asiria se les ha unido; ha apoyado a los descendientes de Lot! (Pausa) Haz con ellos como hiciste con Madi á n, como hiciste con S í sara y Jab í n en el r í o Quis ó n, que perecieron en Endor y quedaron en la tierra, como esti é rcol.  Haz con sus nobles como hiciste con Oreb y con Zeb; haz con todos sus pr í ncipes como hiciste con Zeba y con Zalmuna, que dec í an: « Vamos a adue ñ arnos de los pastizales de Dios » .  Ha